El tercer clásico de la temporada siguió pintado del mismo color. Había ganado el Madrid en la Supercopa y en la Euroliga, y ganó en la Liga Endesa. La dirección maestra de Campazzo (17 puntos, seis asistencias) pesó más que el tiro de Parker (18 puntos, nueve rebotes) y el Barça cedió en el cara o cruz después de un triple fallado por Metu en el último segundo. Los azulgrana fueron superiores en el rebote (43-48) pero siguen descolgándose, octavos en la clasificación, al filo de los billetes para la Copa. El Madrid festejó su renacer el día en que se convertía en el primer equipo en superar los 200.000 puntos en la Liga y en que Llull pasaba a ser el madridista con más partidos en la ACB (620; el viernes próximo será el jugador con más duelos en Europa).
REAL MADRID, 73; BARCELONA, 71
Real Madrid: Campazzo (17), Rathan-Mayes (4), Musa (10), Deck (7), Tavares (11), -quinteto inicial-; Abalde (3), Hezonja (15), Garuba (0), Ibaka (0), Llull (3) y Feliz (3).
Barcelona: Satoransky (13), Punter (12), Abrines (5), Parker (18), Vesely (4) -quinteto inicial-; Anderson (0), Brizuela (2), Metu (10), Willy (4), Núñez (3) y Parra (0).
Parciales: 21-15, 15-16, 21-20 y 16-20.
Árbitros: Conde, Calatrava y Lucas. Eliminaron a Vesely.
WiZink Center. 12.050 espectadores
El primer movimiento de ajedrez fue de las piezas blancas. Chus Mateo alineó a Rathan-Mayes, inédito en la cita anterior (ni un segundo contra el Alba Berlín), con la misión de esposar a Punter, y el azulgrana cargó con pasos y una falta en ataque en sus primeras incursiones. En la otra acera, Campazzo demostraba que es medio Madrid. El base argentino subió el telón desde el perímetro y enchufó al resto de colegas. Musa, Deck, Hezonja y Tavares le deben al Facu buena parte de su producción. El director de juego madridista es un cohete, de piernas y de cabeza. El Barça se aferraba a la muñeca de Vesely, pero se aceleraba (no es lo mismo correr mucho que correr bien) y la ruleta de cambios mantuvo más alto el voltaje en los locales. El conjunto de Peñarroya cogió aire gracias a la vitalidad de Metu y a su mayor pujanza en el rebote. Un triple de Hezonja cerró sobre la bocina el primer asalto (21-15).
La misma acción y el mismo protagonista en la reanudación. El Madrid daba la sensación de llevar las riendas del encuentro y de manejar el reloj, hasta que el Barça apretó las tuercas en defensa, atrincherado bajo el aro con Willy y Parker, y se lanzó al trote con Brizuela. Los blancos pagaron el necesario descanso del iluminado Campazzo, el norte de este equipo, y los barcelonistas dieron un volantazo a la dirección en que marchaba el choque: un 0-10 transitó el marcador del 24-15 al 24-25. Llull y un inspirado Hezonja, que es un infinito manual de recursos con el balón en las manos, y la intimidación de Tavares rescataron la iniciativa para el grupo de Chus Mateo (36-31) antes del descanso. El clásico se movía a rachas, sin un dominador claro, ambos equipos intercambiándose los papeles de gato y ratón.
El Madrid retomó su idilio con Campazzo. El Barcelona necesitaba encontrar la mejor versión de Punter, de más a menos en el curso. El balón salía de las manos del Facu y a las manos del Facu volvía. La circulación era más fluida en los dueños de la cancha (45-36), una diferencia decisiva por lo que representaba de funcionamiento colectivo en cada ejército. Campazzo asistió por debajo de las piernas a Deck en una contra y El Tortuga machacó el aro con tanta violencia que se lesionó en la caída. Tavares se agrandaba en los dos tableros mientras Punter y Parker, los dos mejores recolectores en el Barça, sostenían la mirada con papeles individuales (49-45), más solistas que partes de una orquesta. La fiebre defensiva era más alta en los blancos, que así rascaron varios puntos después de las pérdidas del bando rival. El mecano del Madrid estaba ligeramente más afinado: 57-51 antes del último parcial.
Juan Núñez aceptó el reto de encarar a Campazzo en las dos mitades de la cancha. Un desafío mayúsculo para dar una nueva vida al Barcelona. Garuba cedía en el choque ante Willy y los azulgrana hacían la goma. Contra las cuerdas, Parker cogió de la pechera a los suyos con dos bingos lejanos seguidos (63-63) y se apuntó Punter a la fiesta. Vesely quedó eliminado por faltas con dos minutos por delante y Campazzo pidió turno en otro final de infarto. El argentino, sin respiro en la segunda parte, fue otra vez el factor clave para dar el último arreón. Metu erró el último tiro y el clásico siguió pintado de blanco.