Sin respuesta al intenso ruido del Signal Iduna Park, pero sobre todo sin respuesta frente al deficiente partido ante el Borussia, el Barcelona se quedó en silencio en el vestuario de Dortmund. Parecía que ni siquiera les importaba que habían alcanzado las semifinales de la Champions después de seis años, algo que no se lograba desde que el equipo de Messi sucumbió en Anfield en 2019, tras desperdiciar el 3-0 a favor conseguido en el Camp Nou. Justamente el fantasma de volver a padecer una remontada sobrevoló en Dortmund. “Me siento decepcionado”, se lamentó Koundé tras la derrota (3-1). Pero Hansi Flick no estaba dispuesto a aceptar las caras largas de sus jugadores: “Muchachos, hemos llegado a semis. Es hora de celebrar”.
Lo que parecía que sería un mero trámite para el Barça, después del 4-0 en la ida, se convirtió en un ejercicio de angustia, simbolizado en el juego de Gavi. “Mucha gente se cree que no sé jugar al fútbol, no tienen ni puta idea”, había presumido el andaluz antes de la eliminatoria ante el Dortmund. Suplente en Barcelona, titular en Dortmund, el vértigo de Gavi le demostró a Flick que necesitaba la pausa de Pedri. “Necesitaba descansar. Lleva muchos minutos, pero hemos visto la calidad que tiene Pedri y lo importante que es, tanto con balón como sin balón”, dijo Flick.
Las conversaciones se repetían entre los jugadores del Barcelona. Araujo hablaba con Cubarsí, De Jong con Gavi y Lewandowski con Lamine Yamal; mientras Raphinha pedía calma. Todo bajo el explosivo barullo del Signal Iduna Park, el estadio con mayor capacidad de Alemania (81.365 personas), uno de los más calientes de Europa, este martes como siempre fervoroso para alentar a los muchachos de Niko Kovac, pero como nunca enojado para pitar a Robert Lewandowski. “Un rival muy bueno, el ambiente era tremendo. No ha sido nuestro mejor día, no es fácil este tipo de partidos contra equipos como el Dortmund, pero nos hemos clasificado, que era el objetivo”, analizó Flick.
El problema, para los azulgrana, fue que la vibración no estaba solo en la grada. Kovac recuperó a Gross para la medular, clave para que el Borussia ejerciera su fútbol agresivo; mientras que Hansi Flick optó por darle descanso a Pedri, fundamental para que el Barcelona pudiera descansar con la pelota en un partido eléctrico. El lugar de Pedri lo ocupó Gavi, aunque el alemán entiende que la mejor posición para explotar el talento de Gavi —ese del que él presume en la sala de prensa— es como “6 u 8″. Tampoco ayudaba al Barcelona que la inspiración de Lamine Yamal anduviera de vacaciones, misma frecuencia para Raphinha y Lewandowski.
“Nos ha faltado todo lo que hicimos bien en la ida: agresividad, presión, concentración, ganar duelos, cerrar líneas de pase, un poco de todo… Sabíamos que iba a ser difícil, porque ellos juegan en casa, pero no hemos estado a la altura, aunque en la segunda parte hemos tenido algo de más control”, insistió Koundé
La presencia de Pedri, que reemplazó a Gavi en el minuto 60, le dio más pausa al Barcelona, pero no le borró el sufrimiento de la cara, mucho menos cuando Guirassy selló su triplete. “Ya vimos muchas veces cómo es esta competición. Es muy difícil y por eso hacía tiempo que no estábamos en semifinales. En otro momento, este partido se nos escapaba, hoy pudimos aguantar”, concluyó Araujo. La angustia del Barça no tuvo premio, pero sí lo tuvo la eliminatoria: volver a las semifinales de la Champions. Y el vestuario rompió el silencio en Dortmund.