En una rara exposición pública de su desacuerdo con Hamás y por vez primera en la presente contienda, varios cientos de palestinos gritaron el martes consignas contra el grupo islamista durante varias marchas en Gaza. Por el momento, no se trata tanto del peso cuantitativo de las protestas en un territorio de 2,3 millones de habitantes como del peso cualitativo de los que han salido a la calle. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha comentado ante esas protestas que son un éxito de la nueva ofensiva que ha ordenado sobre el enclave palestino, informa Reuters. Este miércoles, el grupo Yihad Islámica ha reivindicado el lanzamiento de dos misiles —sin causar víctimas ni daños— sobre territorio israelí. Seguidamente, el ejército ha ordenado la evacuación forzosa de la población de la zona de la Ciudad de Gaza desde donde tuvo lugar el ataque antes de bombardearla.
Siguiendo la estela de lo ya advertido en días pasados por su ministro de Defensa, el primer ministro ha exigido a Hamás que libere a los rehenes que todavía mantiene si no quiere que ocupen cada día más territorio de la Franja en medio de la escalada actual. El movimiento islamista afirma que cada vez que Israel ha intentado sacarlos por la fuerza solo han logrado que regresen en “ataúdes”, según un comunicado. Con el asunto de los cautivos de fondo, Ron Dermer, el jefe negociador israelí y mano derecha de Netanyahu, se ha reunido en las últimas horas en Washington con el representante para el conflicto de la Administración estadounidense, Steve Witkoff.
El Gobierno de Hamás, al frente del enclave desde hace casi dos décadas, y su brazo armado, que abrió la espita de la actual guerra con la matanza en Israel de unas 1.200 personas y el secuestro de 250 el 7 de octubre de 2023, no están acostumbrados a manifestaciones de oposición. Estas primeras voces en contra llegan, en medio del hastío, tras año y medio de contienda feroz, con 50.183 muertos en la Franja, la peor crisis humanitaria de la historia y tras la ruptura la semana pasada del alto el fuego de dos meses ordenada por Netanyahu. Con más de 800 muertos estos días y el Gobierno del Estado judío elevando su presión, las esperanzas de paz a corto plazo se han desmoronado.
La localidad septentrional de Beit Lahia, uno de los principales objetivos de la nueva escalada del ejército israelí y una de las zonas más devastadas por los bombardeos, fue el escenario de una marcha en la que participaron, según las imágenes que llegan desde allí, varios cientos de personas. El objetivo era pedir el final de la guerra —había incluso alguna bandera blanca— y poner coto a la crisis humanitaria. Pero entre las consignas aparecieron algunas en contra del movimiento islamista, según han verificado medios como la agencia Reuters y han confirmado reporteros locales. “Fuera, fuera, fuera Hamás” o “Hamás, terrorista”, se escuchaba mientras los participantes avanzaban entre edificios destruidos.
Algunos medios y las redes sociales dan cuenta de actos similares en el campo de refugiados de Yabalia y Beit Hanún (norte) y en la localidad de Jan Yunis (sur). Hay vídeos incluso en los que los manifestantes reclaman la presencia del canal catarí Al Jazeera para que dé cuenta de las protestas con gritos de alguno de los reporteros más conocidos de la cadena en Gaza. Algunos perfiles de redes sociales muestran imágenes de otra muestra de descontento durante este miércoles en un barrio de Ciudad de Gaza donde también se han proferido consignas contra Hamás.
En clave interna, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), dominada por fuerzas laicas y rival de Hamás, no ha dejado de pasar la ocasión de dar cuenta de esas protestas, que califica de “masivas”, en principio, contra la guerra y las duras condiciones de vida en Gaza, según informa la agencia oficial Wafa. En distintos teletipos, ha ofrecido su altavoz a políticos o escritores alineados con las tesis oficialistas de Ramala, capital administrativa de Cisjordania. Una fuente conocedora de los entresijos de la rivalidad entre Hamás y la ANP, entiende que son agentes de esta segunda entidad los que han impulsado los gritos contra el movimiento islamista en esas marchas en la Franja y advierte de la posibilidad de que esas protestas se extiendan a Cisjordania.
El portavoz en Gaza de Fatah, formación mayoritaria de la ANP, Munther Hayek, reclama a Hamás que “escuche la voz de nuestro pueblo y se retire de la escena gubernamental”, según una entrevista con la emisora The Voice of Palestine recogida por Wafa. En sus declaraciones, pide al grupo islamista que deje su sitio a la ANP, presidida por Mahmud Abbas (Fatah). “La presencia de Hamás se ha vuelto peligrosa para la causa palestina” y “debe escuchar todas las voces”, en referencia a las protestas.
Sin participación local
Hamás, por su parte, no se ha dado por aludida. “La Resistencia hace todo lo posible para mantener con vida a los prisioneros (en referencia a los rehenes) de la ocupación, pero los bombardeos indiscriminados de los sionistas ponen en peligro sus vidas”, señala en el citado comunicado el movimiento, que no se ha referido a las protestas en su contra. “Netanyahu miente a las familias de los prisioneros cuando afirma que la acción militar puede devolverles la vida”, añade el texto.
Si en algo coincide el grueso de la comunidad internacional con Israel y su principal aliado, Estados Unidos, es que Hamás no tiene cabida en la autoridad que lleve las riendas de Gaza tras la guerra. Los mandos del grupo islamista ya han dado a entender que están dispuestos a apearse del poder. Pero Netanyahu y su Gabinete tampoco quieren que la Autoridad Nacional Palestina forme parte, con lo que cierran la puerta a la participación local en esa autoridad resultante sobre la que, de momento, no se sabe nada. Por parte de países árabes, se ha propuesto un gobierno de tecnócratas con la participación de países extranjeros.
Mientras tanto, el Estado judío gana tiempo extendiendo la preocupación con sus tropas del territorio sobre zonas que abandonó durante la tregua y elevando el tono de sus amenazas. “Cuanto más persista Hamás en su negativa a liberar a nuestros rehenes, mayor será la presión contra ellos. Y le advierto esto a Hamás: eso incluye la toma de territorio y otras cosas que no detallaré aquí”, ha señalado Netanyahu este miércoles en el Parlamento mientras algunas familias de los secuestrados le daban la espalda en señal de protesta. Esa misma amenaza de anexionarse el enclave ya fue lanzada días atrás por su ministro de Defensa, Israel Katz, en referencia a los 59 secuestrados que siguen en Gaza, más de la mitad dados por muertos ya.
Durante los dos meses de alto el fuego, que entró en vigor el 19 de enero y saltó por los aires el 18 de marzo, se llevaron a cabo varios canjes de rehenes por presos palestinos, como ambas partes acordaron previamente. Ese proceso se interrumpió cuando, antes de retomar los bombardeos, Netanyahu frenó el paso a la segunda etapa de la tregua, de seis semanas, al igual que la primera, que preveía el regreso a casa de todos los cautivos, la retirada definitiva de sus tropas y el fin de la guerra. Especialmente esto último era algo que no aceptaban sus socios de coalición. Entre cumplir lo pactado con Hamás y los países intermediadores (Qatar, Egipto y Estados Unidos) y asegurar el Gobierno que le mantiene como primer ministro, optó por lo segundo. Eso sí, con el beneplácito de la nueva Administración de Washington. En todo caso, las negociaciones no se han dado por rotas y Hamás insiste en que mantiene su compromiso con la hoja de ruta de esas tres fases que concluían con la apertura del proceso de reconstrucción de Gaza.
Egipto ha puesto sobre la mesa una propuesta aceptada por Hamás, pero no por Israel, y que Demer y Witkoff podrían haber abordado en su reunión. Se trata de tratar de retomar la senda de la hoja de ruta y la segunda fase del alto el fuego con la liberación de cinco rehenes por semana a cambio del fin de los bombardeos, la llegada de ayuda humanitaria y la retirada gradual de las tropas de ocupación en la Franja, detalla la radio militar israelí.