Athena, una sonda privada de la empresa Intuitive Machines, intentará posarse en la Luna en la tarde de este jueves —a las 18:32, hora peninsular española—, y convertirse así en la nave que más cerca ha aterrizado del Polo Sur del satélite natural de la Tierra. Siete días después de su lanzamiento desde Centro Espacial Kennedy, en Florida (EE UU), llega el momento clave para la misión IM-2 destinada a marchar un hito geográfico en la nueva carrera espacial y también a buscar reservas de agua alrededor de su lugar de aterrizaje, en el Mons Mouton, situado a tan solo 160 kilómetros del polo.
Para Intuitive Machines será el segundo intento de lograr un alunizaje perfecto. El 23 de febrero de 2024, un aterrizador robótico del mismo modelo que Athena logró posarse en la superficie lunar, convirtiéndose en la primera nave de EE UU en hacerlo tras el final del programa Apolo de vuelos tripulados en 1972. Tras el júbilo desatado en el control de la misión y en la sede central de NASA —que financia estas misiones y participa en ellas— por haber regresado a la Luna más de 50 años después, se comprobó que en realidad la nave había caído de lado. Aquel incidente limitó el alcance de los experimentos científicos de la sonda.
Athena es la segunda sonda en llegar a la Luna en menos de una semana, después de que el pasado domingo la Blue Ghost —de otra empresa estadounidense, Firefly Aerospace— alunizara con una maniobra perfecta y se convirtiera así en la primera nave privada en hacerlo. Ambas sondas forman parte del programa de Servicios Comerciales de Carga Lunar (CLPS, por sus siglas en inglés) que la NASA ha puesto en marcha junto con empresas del sector espacial para preparar el terreno al regreso de astronautas a la Luna, todavía previsto para antes del final de esta década. Tras varios retrasos y una acumulación de sobrecostes, ese ambicioso plan de vuelos tripulados de la agencia espacial de EEUU —conocido como programa Artemis— está en cuestión desde la llegada al poder en enero de Donald Trump, que ha encargado a Elon Musk un plan para recortar miles de millones de dólares en el gasto de la administración federal.
A la espera de conocer los planes de Trump y Musk con respecto a las misiones tripuladas —que han declarado su deseo de ir directamente a por un objetivo más ambicioso: Marte— lo cierto es que el retorno de robots a la Luna, medio siglo después, está siendo una aventura tecnológica de alto riesgo. Tras el éxito de China en 2013, convirtiéndose en el tercer país en lograrlo tras EE UU y la Unión Soviética, llegó un rosario de fracasos. En 2019 se estrellaron una sonda de la agencia espacial india y otra de la compañía israelí SpaceIL, mientras que en 2023 fallaron los japoneses de la empresa Ispace y también la agencia espacial rusa Roscosmos. Ese mismo año, la India se convirtió finalmente en la tercera nación en la Luna. Y en 2024, las dos misiones primeras misiones del programa CPLS de la NASA se saldaron con un fracaso en enero y un éxito parcial en febrero con la misión IM-1 de Intuitive Machines.