—Resulta que aquí había un monstruo. Eso ha producido un shock tremendo. Pero una vez abierta la caja de pandora, no hay que cerrarla: que salga hasta el último demonio.
Nada resume mejor la zozobra que se vive en Más Madrid que esa descripción hecha por una fuente que conoce sus interioridades a la perfección. Dos días después de la caída de su fundador, Iñigo Errejón, a raíz de una denuncia anónima en las redes sociales, y uno tras la denuncia ante la policía de la actriz Elisa Mouliaá, el partido se ha bunkerizado como nunca. Hay temor a las réplicas del terremoto. Dudas sobre si ya se sabe todo, o casi todo, o solo una pequeña parte de lo ocurrido. Sin embargo, el silencio impuesto por la dirección no tapa el ruido de la inédita tensión interna provocada por una crisis que ya se ha llevado por delante a la exjefa de gabinete del político, Loreto Arenillas, dimitida como diputada tras ser acusada de intentar tapar una denuncia anterior; y que amenaza con erosionar el liderazgo y la credibilidad de la ministra de Sanidad, Mónica García, y la portavoz parlamentaria en la Asamblea, Manuela Bergerot.
Esto es lo que ocurre en el partido durante 48 horas frenéticas que marcarán para siempre su futuro y el de sus actuales referentes.
Jueves 24. Son las 15.37, y Alfonso Serrano, la mano derecha de Isabel Díaz Ayuso en el PP de Madrid, toma la palabra en el pleno de la Asamblea.
“Como secretario general del PP de Madrid, tengo que empezar rechazando ese calificativo [fascista] que ha utilizado usted contra mi partido”, arranca Serrano dirigiéndose a un diputado de Más Madrid. “Nunca voy a utilizar un calificativo como fascista, ni otros quizá mucho más duros, precisamente en el día de hoy, en el que su fundador, escudándose en algo tan serio como la salud mental, deja todos sus cargos acusado de cosas muy serias”, sigue. “Y por respeto a la presunción de inocencia, me voy a quedar ahí”.
Las caras de los diputados de Más Madrid son un poema. Sus móviles vibran. Alrededor de las 16.30, todos leen el mismo mensaje en el chat común de Telegram: se les convoca a una reunión en la primera planta del edificio anexo al hemiciclo, donde están las oficinas del partido. Cuando llega el momento, Bergerot les explica las gestiones que se vienen haciendo alrededor del caso de Errejón desde hace dos días.
El terremoto es total. Más Madrid es un partido pequeño, de dimensiones madrileñas, donde hay cargos que conocen a Errejón desde que eran niños en Pozuelo de Alarcón, y veteranos de la política que llegaron hasta la Asamblea con una carrera ya hecha.
En las siguientes horas, algunos lloran, según admiten dos interlocutores. Otros entran en shock, pues ha caído en desgracia “un ídolo”, “aquel al que creían un superhombre con superpoderes”, según descripción despectiva de una fuente del partido. Hay quien inmediatamente hace un análisis desapasionadamente práctico de la situación: ”Menos mal que no ha sido cerca de las elecciones, esto erosiona mucho nuestra marca”. Y las líderes del proyecto, “las jefas”, que las dicen internamente, se preparan para gestionar la crisis desde tres premisas.
Primera, separar a Más Madrid de Errejón, su fundador. Segunda, afrontar la situación de Arenillas. Y tercera, construir un discurso que reconozca sin tapujos que el partido se ha equivocado, pues sabía desde 2023 del caso denunciado anónimamente en redes.
“El estado de shock en el que se encuentra el partido no tiene que ver con las decisiones que se toman, porque las jefas son implacables”, asegura una fuente del partido sobre la salida de Arenillas. “Tiene que ver con que hay un periodo de duelo”, admite. “Todos sabíamos que Errejón era una persona difícil trabajando, sí, pero esto no”.
Así se llega al viernes 27. No hay mejor medida de la crisis de credibilidad a la que se enfrenta un partido que ha construido su estrategia sobre el eje del feminismo y el del ecologismo que las respuestas a un tuit de la ministra García en el que la antigua portavoz de la Asamblea reconoce que la formación no ha sabido hacer “lo suficiente” ante las acusaciones contra Errejón. Ha pasado el mediodía, y las críticas por encubrimiento no se circunscriben únicamente a las redes sociales. A distintos cargos del partido les llegan mensajes cargados de “ansiedad”, que exigen hacer algo, decir algo, reaccionar a la polémica.
Pero Más Madrid y sus portavoces enmudecen. Mientras sus representantes públicos se van juntando de manera natural en distintos puntos de la capital, en persona o virtualmente, “para vivir y llorar juntos” una jornada de vía crucis, la dirección afronta el caso de Arenillas.
“No hubo dudas”, afirma una fuente con galones. “Pero sí fue extremadamente doloroso”, reconoce. “Ella se resistió [a dejar el acta]. Fue incluso hasta ridículo”.
No es una referencia casual. A las 21.26, tras una jornada maratoniana, Más Madrid publica un comunicado en el que anuncia que Arenillas se niega a dimitir como diputada. Menos de un cuarto de hora después, a las 21.40, la aludida, que ya ha sido destituida de todos sus cargos orgánicos, publica un escrito en el que comunica que deja el acta, decisión personal e intransferible.
“El comunicado actuó como una medida de presión”, afirma una fuente que cuenta con la confianza de la ministra García.
“A la vista de los hechos tan graves que estamos conociendo creemos que es evidente que desde Más Madrid no hemos hecho las cosas bien”, reconoce el partido en ese texto de la noche del viernes, donde describe como “completamente insuficiente” su actuación sobre el caso de 2023, y asume “la responsabilidad de las consecuencias que esta actuación haya podido tener”. Y remata: “Que caigan todos los que tengan que caer”.
Sin embargo, la salida de Arenillas equivale a utilizar una tirita allí donde se necesita un torniquete. Primero, porque la ya exdiputada se marcha negando los hechos que se la imputan, acusando a la dirección de usarla como “chivo expiatorio”, y afirmando que Bergerot conocía desde 2023 el caso, en tanto que secretaria de organización. Segundo, porque tras leer que su formación la acusa de haber mediado por su cuenta en el caso denunciado en redes, se revuelve y denuncia que Más Madrid fue quien decidió dar carpetazo al asunto, y que no ha respetado su presunción de inocencia. Y tercero, porque dos días seguidos de sacudidas y acusaciones cruzadas dejan a la organización desubicada, groggy, y sin palabras.
Por eso se cancela el cónclave de otoño convocado para este fin de semana. Y por eso el partido busca cómo retomar la actividad normal en su labor de oposición, para llegar al próximo pleno de la Asamblea, el 7 de noviembre, con algo más que la cabeza gacha. Ayuso, asumen en Más Madrid, estará lista ese día para cobrarse varias cuentas pendientes, mencionar a todos sus demonios, y extender lo máximo posible una crisis que por ahora parece cerrada en falso.